Convento dedicado a Santa Rosalía. Se importa en Sevilla pero sus orígenes son de Sicilia. El culto de la santa viajó en España principalmente gracias a el cardenal Palafox, cuando llegó a Sevilla en 1685 fundó algunos años más tarde el convento. La orden es capuchina franciscana que también tiene orígenes italianos.

En 1701 el convento fue creado con las primeras cinco monjas que vinieron de Zaragoza, y su primera casa se encuentra cerca de Santa Marina provisionalmente en espera de la construcción del monasterio actual.

En 1761 un incendio destruyó el convento casi en su totalidad y las monjas encontraron refugio por primera vez en el convento de San Clemente y luego en una casa fuera del hospital de la misericordia. Gracias a los esfuerzos del cardenal Francisco Solís Folch, en sólo dos años el convento fue reconstruido y en 1763 las monjas regresaron en el convento, con una fiesta solemne.
Durante la reconstrucción de la iglesia se mantiene el diseño original de la iglesia y del convento. De la iglesia original se conserva solo la portada principal.

La iglesia tiene planta de cruz latina de una sola nave cubierta por una bóveda de cañón con lunetos.
El coro bajo está situado en el presbiterio, lugar inusual, ya que normalmente se encuentra a los pies de la nave, y contiene algunas obras de importancia histórica.

Los antiguos retablos de la iglesia se perdieron durante el incendio, junto con el viejo órgano, y los nuevos retablos fueron reconstruidos siguiendo las formas de la antigua iglesia. Fueron hechos en el estilo barroco con muchas decoraciones suntuosas. El total de los retablos rehechos asciende a la cantidad de once, que están desplegados por todas las paredes de la iglesia como en origen.

El retablo mayor presenta muchas decoraciones, como es habitual en los retablos de Sevilla, y en la zona central superior está representada Santa Rosalia. Además de estas grandes obras que están en el presbiterio, también hay murales que enriquecen aún más el medio ambiente. El acceso a la sacristía se realiza por el lado izquierdo de la iglesia, que contiene algunos elementos valiosos traídos por los mecenas del convento. En este lado se encuentra también la entrada a la clausura que conduce a un patio interior donde se distribuya los alojamientos de las monjas.

La vida conventual se distribuye en el claustro central que presenta una planta cuadrada con la típica fuente central. A diferencia de otros conventos el claustro no está formado por una galería de arcos y columnas, pero se compone de arcos cerrados con tres ventanas y tres puertas por lado.

La zona que rodea el antiguo dormitorio está ocupado por huertas utilizadas por las hermanas para su sustento. También ofrecen la vivienda que permiten el intercambio de su vida monástica y que contribuye económicamente a la comunidad.

 

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